lunes, 26 de enero de 2009

Gas

Ya se había acabado el tiempo. Un largo pasillo. Nevaba. "Cualquier cosa, estaré aquí, siempre nos tendrás, puedes hacerlo. Solo... anda con la vecina"
Había un aire frío, frío de miedo, de despedida.
Se hacía tarde, eran tal vez las siete o... tienes razón, seguramente eran las siete. Yo nunca había visto nevar.
Al llegar a una reja negra, parecía deshacerse todo. Era un lugar tan frágil.
No recuerdo más, lo dejamos solo y nunca más volví. Nunca más volveré.
Esa no es mi casa y tú no eres mi hermano.
Nadie lo escuchó
nadie lo habría entendido
por que no hubieron palabras mudas,
ni apareció tu guardián,
ni nació, fiel contigo.
No sobró la luz...
tampoco lo disimulas muy bien.

Tus venas
que huyen, lloran conmigo temprano
el sol deja los surcos en tu cara
es sorpresa, es desprecio.
No es amor.
Fue solo silencio
no el rechazo de los nuestros,
el tiempo goteó
chorreando de tu boca simple,
de la mía hecha de polvo
y tus brazos de nueces...

Palpitamos solo una vez,
voz infinita que se perdió
se la comen los gusanos
y de pronto ya no palpitamos.
Caímos fuera de este sonido
y amenazas:
tú hacia la tierra
yo, tal vez nunca baje
¿Lo sabrás realmente?
Ya lo olvidaste ¿no?

No tenemos pasos para mejorar
siempre es tan igual
tan amargo
amargas las palabras
que nadie oyó.
La luz y la sombra,
tu luz y mi resto,
hoy se cruzaron,
nadie nos vio.

Solo tú, solo yo.

Y ni siquiera eso.

Ahora ya no importa,
se borró de ti
seguramente se borrará de mí
algún día,
mientras sigo cayendo...
no hacia la tierra,
nunca iría al mismo lugar al que tú vas.